Dolor. Dolor que me nubla la vista, dolor que lo tiñe todo de un color turbio.
Dolor por lo que ha ocurrido y por lo que pudo haber pasado, dolor entumecedor.
Dolor por no poder arrancarme desde dentro tus recuerdos. Hundir la mano en el pecho, entre la sangre, y romper esos momentos, desgarrarlos del corazón. Hacerlos añicos con los dedos rojos, matar con el silencio y con los dientes las hebras de carne inquebrantables que te atan a mi cuerpo.
No melancolía, no tristeza ni añoranza. Dolor. Dolor profundo, nostalgia pura y turbadora. Dolor por querer vivir de nuevo esos instantes, por querer haber vivido otros de distinta manera, por no poder matar algunos.
Dolor por ti y por un eco que has dejado entre todas las palabras, un eco sin color ni voz, sin tu olor y sin un quizás. Ahora eres tan solo un sentimiento que persigue y se ahoga a través de mis pupilas envenenando todo lo que veo, a través de mis labios silenciando todo lo que digo, a través de mi corazón hundiendo todo lo que quiero: d o l o r.
Nada más es lo que siento en estos momentos, tu amor escondido en un rincón casi olvidado de mí misma.
Dolor por haberte perdido y por haberte tenido algún día y no haberme dado cuenta...
sábado, 6 de febrero de 2010
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