jueves, 28 de enero de 2010

EN TÍ SOY

Sobre tus párpados, busco los colores de la lluvia. Tú miras el azul, el naranja de las farolas sobre los charcos, el morado de los reflejos nocturnos y la luz del gris. A través de tus pupilas veo el mundo, a través de tus pestañas quiero lo que tú quieres.
Sobre tus labios busco las palabras, entre tus dientes y tu manera de hablar, tu boca curvándose en una sonrisa casi imperceptible... A través de lo que digas, digo yo.
Sobre tu piel busco la manera de sentir, el roce del viento, busco la brisa agitarse contra mi rostro, y alborotarme el cabello, y hacerme cosquillas y reír, y que tú también rías. A través de tus manos fugaces que tocan y tocas, toco yo.

Y en tí encuentro el color, la palabra y el sentimiento para seguir en una esquina de tu cuerpo, sin que tú lo sepas, y seguir viendo con tus ojos, diciendo lo que tu digas, tocando todo lo que tú tocas. En tí te encuentro y me encuentro yo.

miércoles, 27 de enero de 2010

SIGUE CAYENDO. LA CIUDAD ESCONDIDA.

La lluvia sigue cayendo
sobre la ciudad mojada
y estremecida por la noche.
A través del cristal confundido
tiritan las luces de los coches y los escaparates
entre la humedad y la bruma, desparramándose,
serpenteando bajo mi ventana sucia y enmarañada.
A través del cristal salpicado
la lluvia sigue cayendo,
y contemplo las aceras grises
y los reflejos de la oscuridad efímera.
Todavía guardo el aroma del whiscky en el paladar
y me pregunto,
mientras las gotas me aturden estrellándose en el asfalto,
por qué estoy tan solo.

A lo lejos, y tan cerca, la
ciudad se enciende para esconder la noche.

Luces y polvo, entre la lluvia.

Sigue cayendo.


lunes, 25 de enero de 2010

Hubo una vez en la que cayó tan hondo, tan hondo, que no se pudo hundir más. Sólo le quedaba levantarse de nuevo.

Cuando toques fondo, piensa que las cosas no podrían ir peor. Lo único que puedes hacer es seguir caminando, y encontrar paisajes más bonitos.

HARTA DEL AMOR (¿historias de color morado?)

Cansada de buscarte en las luces violáceas de la tarde, de sentir tu sombra como si fuese la mía. Ya no quiero encontrarte en las palabras, no quiero que estés en todos los gestos. Exhausta de perseguirte en los colores y los sonidos del amanecer. Déjame encontrate en una simple mirada, en un roce. Tan sólo una sonrisa. Harta de recorrer toda la playa para mirar si estás dentro de una caracola diminuta, o en la esquina de la roca más lejana, fundido con el gris. ¿Por qué no te me muestras como lo que eres? Deja de esconderte. ¿No ves que estoy harta del amor? Ya no voy a buscarte. Sé. No quiero verte en una estrella, ni en un olor fugaz. Quiero verte en ti y en tu cara y ya está. No te refugies en las metáforas. Eso ya no va conmigo.

jueves, 21 de enero de 2010

PALABRAS EN UN MOTEL AZUL III

Nuestra alegría la empañaba la constante sombra del mañana, de la consciencia del inminente e irremediable futuro que nos separaría de nuevo. Me inunda de rabia saber que no aprovechamos los momentos en los que estuvimos juntos por el hecho de recordar continuamente el poco tiempo que nos quedaba, cuando perdiéramos de nuevo esos instantes. Era algo estúpido, y descorazonador. Aunque también fue maravilloso estar con ella a pesar de ese sentimiento que lo teñía todo. Y hubo un momento... en el que nos abandonó. Aquella sensación de alerta ante el futuro. Todo. Estábamos solos. Ella y yo.

Habíamos detenido el tiempo. Bastó mirarnos a los ojos y se esfumó toda la preocupación de su rostro. Me sonrió como solía hacerlo. No pude evitar fijarme en sus piernas, en el murmullo del mar lamiendo sus tobillos. Su piel brillante y bronceada, húmeda. Gotas de agua que reflejaban la luz del sol sobre sus muslos. Sus rodillas. Ella. Ella de nuevo. La había echado de menos tanto ese último año, y esa fugaz semana del verano en la que la veía, más todavía. Teniéndola a mi lado sin tenerla. Pero ahora... éramos de nuevo.

Me acerqué lentamente. Necesitaba sentir su piel bajo la palma de mi mano, y acaricié primero su rodilla derecha, inclinándome levemente, poco a poco. Mirándola a los ojos.

BAJO LA LLUVIA

-Creo que es ovbio que te quiero.

Blanca levantó los ojos y entreabrió los labios, aturdida.

-¿Lo dices de verdad?- gimió. La lluvia había empapado su rostro.

Él agachó la cabeza lentamente, y acercó despacio los labios a su mejilla. Blanca percibió a duras penas un cosquilleo que recorría la piel de su cara hasta el contorno de sus labios entre la confusión creciente que comenzaba a marearla.

-De verdad- susurró él.

Las lágrimas que había estado reprimiendo desbordaron de sus ojos y se giró hacia Marcos.

-Yo también te quiero.










...por encima de todo y más que a nada en el mundo...

martes, 19 de enero de 2010

MIEDO (¿historias de color morado?)

Miedo a decepcionarte. Miedo a caer. Ahora que al fin he volado alto, miedo a descender de nuevo. Miedo a ti. A lo que podrías decirme. He llegado a un punto en el que me importas más tú que yo. Lo que pienses de mí, más de lo que yo piense. Necesito tu ayuda, o volverán a quebrarse mis alas. Y tengo miedo. Miedo a la caída. Al dolor.
Miedo de volver a perderte, ahora que estás tan cerca. Miedo a no volver a alcanzarte nunca depués de haberte esfumado ya una vez. Miedo a que, realmente, nunca haya llegado a tenerte.

Miedo
al
miedo.

SIMPLEMENTE, ERES.

Lo que eres para mí, no se escribe con palabras,
no se sueña ni se piensa,
no se siente ni se crea.

Eres, simplemente.

Eres mi sed, lo que quiebra mi garganta,
eres también el agua que cura lo que hieres,
mi sombra y mi luz,
simplemente, eres.

La tempestad que estremece mi destino,
el amanecer que me rescata y mantiene,
infinito, el camino.
Eres lo que me mata primero,
lo que me aferra después a la vida,
lo que sin ti no vive,
contigo muere.

Eres, simplemente.
Simplemente, eres.

Este poema es simplemente para ejercitar la rima, tomáoslo como un borrador, evidentemente podría mejorarlo ^^


domingo, 17 de enero de 2010

PALABRAS EN UN MOTEL AZUL: II (azul)

Los días eran azules, las noches azules, las mañanas azules, el crepúsculo y el amanecer, las paredes, las sombras en las paredes, las sombras en su cuello eran azules.

RETENER EL TIEMPO...

Cuando hablo con ella, hablo despacio,
saboreo las sílabas y los sonidos,
y mastico dulcemente sus miradas de
sorpresa, incredulidad o alivio.
Mis hitorias te cautivan, y a mí me cautiva el tiempo
cuando te cuento mis historias.
Y una palabra la alargo, la amaso en mis labios,
la acaricio y la retengo bajo mi lengua, y
la deslizo finalmente entre mis dientes,
sabiendo que es una palabra menos que darte hoy,
otro segundo a tu lado que ya se ha ido

RETENER TUS PALABRAS

Háblame despacio, no agotes los minutos
no mates el tiempo, no quiero que muera.
Saborea este último segundo, estas últimas palabras
no las dejes caer, deposítalas lentamente en mi oído.

IMPOSIBLE

Me gusta, ya que es imposible tocarte,
fundirme en una sombra y pegarme a tu cuerpo
sin que tú lo sientas.

Me gusta, ya que no puedo hablarte,
imaginarte en la oscuridad de la noche
y decírtela despacio, sin que tú lo oigas.
Me gusta, ya que no me dejas escucharte,
inventarme tus palabras y enterrarme bajo ellas,
sin que tú hayas dicho nada.
Me gusta, ya que no es posible mirarte,
esconderme en un rincón y espiar desde el olvido tus gestos,
sin que tú puedas verme.
Me gusta, ya que es imposible tenerte,
inventarte y guardarte entre mis manos,
sin que tú existas realmente.


LA LUNA ESTÁ LLORANDO


La luna está llorando,
¿qué le pasará a la luna?
a lo lejos, en la noche,
los sollozos son de espuma.

Un lucero, el más brillante,
contra su cuerpo se estremece,
y consuela, poco a poco,
a la lunita lunera.

Niño, no la mires, niño
deja que a lo lejos llore,
cuando muera la tristeza
volverá a alumbrar la noche.

Niño, no la mires niño,
no puedes llorar tú también,
los sollozos de mi luna,
son de oro, plata y miel.

Son tus ojos, niño lindo.
Son tus ojos, niño malo.
A lo lejos, en la noche,
la luna sigue llorando...


He estado haciendo poemas de diversos tipos, para dejar atrás lo que se convirtió en la costumbre de convertir el blog en un desahogo personal. Así, conseguí poesías de carácter muy sencillo, como pareados incluso, pero más largas, poesías simples también del estilo de Pablo Neruda (¡no es que me esté comparando con él!) e incluso una cancioncilla de cuna para niños, como Luna Lunera = ) me encantaba cuando me la cantaba mi madre, todavía me acuerdo. No espero que os gusten mis nuevas creaciones. Simplemente trataba de probar hacer algo nuevo. Comienza la cuenta atrás

sábado, 16 de enero de 2010

LAS OSTRAS

Las ostras son animales pequeños e insignificantes. Sus conchas son mediocres y taciturnas. Todas iguales. Pero si les das algo de tiempo, terminarán abriéndose. Y, cada ostra, guarda una perla en su interior.

viernes, 15 de enero de 2010

NO SOY ... NADA... PARA TI

Todo lo que significaste para mí, todo lo que he creído en ti, lo que fui, lo que te di y lo que no me diste, ha muerto.
Puedo romper tus palabras, puedo romperte, puedo quemarte en mi mente, no podría olvidarte pero puedo hacerte daño. Puedo quebrar mis sueños y arrojarte los pedacitos que queden, con furia, con dolor, lastimándote. Puedo escupirte, despreciarte, y hacerte llorar. Puedo odiarte. Podría matarte aquí mismo. Y nada cambiaría entre nosotros.
¿Y sabes por qué? Porque no soy nada para ti.
No importa lo que haga o lo que no haga, lo que sueñe, lo que crea.

No soy... nada... para ti

jueves, 14 de enero de 2010

DOS PALABRAS

Dos palabras, tan sólo
dos palabras.
Suficiente para construír un castillo en el aire, entre los dos.
Suficiente para que sepas que me importas.
Si pudiera volver atrás en el tiempo,
o tal vez no haga falta, te prometo que volverás a confiar en mí
sin necesidad de refugiarnos en el pasado,
lo que podría haber ocurrido y no ocurrió.
Dos palabras, tres sílabas,
deslizándose por mis labios, déjame
suplicártelas al oído.
Es tan difícil decírtelo, tan doloroso aceptarlo a veces,
tan complicado que entiendas,
pero bastan dos palabras.
Dos palabras para que se junten los caminos que separamos
inútilmente y sin ningún motivo que valga la pena.
Tengo dos palabras para ti.

Lo siento

viernes, 8 de enero de 2010

THERE´S A LOT GOIN´ON

No por tu dolor las hojas dejarán de caer, ni el río secará su cauce, ni la primavera retrasará su llegada. Ni el Sol ni las estrellas aparecerán más tarde, los capullos no esperarán por ti para abrirse. Las personas no estarán siempre a tu lado, si descuelgas el teléfono para no hablar con nadie. Tarde o temprano acabarás perdiendo a la gente que quieres, la muerte no te va a conceder siquiera un minuto más del que merezcas, y tus amigos acabarán hartándose de aguardar tu regreso al mundo real. Desengáñate. El mar sigue batiendo, y el verano llegará de nuevo. Estás triste, pero el mundo no va a pararse por ti. Nadie va a esperarte. Deja tus pasos dudosos y apresura los pies, pisa fuerte de nuevo y coge la mano de los que te la ofrecen. La vida sigue, vive con ella. Amóldate a su ritmo. Y si la luna no quiere retrasarse, entonces adelántate tú. Hay muchas cosas más aparte de las que te preocupan...

There´s a lot goin´on

lunes, 4 de enero de 2010

PALABRAS EN UN MOTEL AZUL: I

Me fijé en tus uñas. Imaginé que las clavabas en mi muslo y me arañabas la piel lentamente, mientras que yo incaba mi mirada en la tuya, y descubría la excitación en tus ojos.
El sonido de tu máquina de escribir me trajo de nuevo a la realidad. Tras tu cuerpo, ya minuciosamente estudiado, está la pared azul y la puerta transparente que da a la terraza.
-Te deseo- exclamé en un grito siseante de repente.
Lentamente, levantaste los ojos de tu máquina de escribir y me observaste a través de tus gafas. Yo cerré los párpados y mi respiración se agitó. Seguías escrutándome. Lo podía notar. Sentirlo. ¿Qué parte de mi cuerpo estarías mirando?
-Qué vas a hacerme ahora- gemí, enloquecido por los segundos interminables de silencio.
-Qué quieres que haga- no era una pregunta. Tu voz suena muy cerca ahora, y siento tu aliento estrellarse ardiente contra mis sienes.
Ya sólo podemos hacer una cosa.

HERIDAS dentro y fuera de mí

Cierra los ojos. Voy a enseñarte cómo me siento... ya que tú no puedes comprender cómo estoy dentro de mí misma.
Imagina mi rostro. Tengo los labios destrozados. Me duelen. Sangran. "¿Por qué?", preguntas sobrecogido. "Porque no tengo tus besos". Ahora mira mis ojos. "¡Son dos cuencas vacías!" exclamas. "Claro que sí" respondo, despacio. Me lastiman las heridas al hablarte. "No tengo ojos porque no puedo mirarte. ¿Para qué los quiero, si no me dejas estar nunca a tu lado?". Los agujeros en mi cara brotan sangre y son negros. Como dos pozos profundos. Si tú supieras cómo me duelen.
Mira mis mejillas. Amoratadas. Hundidas. Antes de que lo preguntes, es por la falta de tus caricias. Las cubren cardenales de un color violeta apasionado. Es como si aguijonearas mi piel con cuchillas al no tocarme.
Mis manos. Las cruzan dos tajos profundos. Sangre. Sangre seca, marchita, húmeda, tibia, viva, roja. Me miras con ojos inquisitivos. "Por no poder abrazarte con ellas". El estómago. Está agujereado, como por una bala de cañón. "¿Por qué?" titubeas, horrorizado. "Las mariposas que revoloteaban cuando te veo se hicieron demasiado fuertes. Desgarraron mi piel. Me desgarraron". Duele. Me desangra. Me mata. Punzadas crueles a través de mi cuerpo.
Por último... mira mi corazón. Es una mancha roja en mi pecho. La sangre gotea formando un charco a mi alrededor. Plic, plic, plic... el charco se hace más grande, más profundo, pero no logra envolverte. Eso me hace más daño. Tú ya no preguntas. Ya sabes por qué. Tienes mi corazón en tus manos, y a mí tan sólo me queda un agujero vacío. Es un sufrimiento que me aturde. Demasiado fuerte.

Pero sabes que nada de esto es cierto. Mis labios siguen sonriéndote, mis ojos verdes brillan, mi corazón palpita desde un rincón de mi cuerpo, olvidado.
Todo el dolor que viste antes existe, aún así.
"¿Dónde?"
"Dentro de mí"
Lo que no me matan las heridas en mi piel, me matan las heridas en el alma. Por ti

FUEGO Y CHOCOLATE


Chocolate caliente, humeante
la taza de porcelana arde entre las yemas de mis manos.
Frente a mí estás tú, quemándome con tus ojos abrasadores,
todo es cálido en este rincón tibio, bajo las luces rojas del techo.

Entonces siento tu pie rozándome bajo la mesa redonda,
te miro aturdida y me guiñas el ojo subrepticiamente.
Una oleada de fuego me invade, devastadora.
Tú sonríes.
Ardo.
Me quemas por dentro y por fuera.
Siento cómo se derrite algo en mi interior y agradezco estar sentada.
Los labios me duelen por el deseo de los tuyos encendidos.
No podré resistir mucho más esto y tú lo sabes. Tus chispas me aguijonean.
No juegues con fuego...



sábado, 2 de enero de 2010