los que me recuerdan que te has ido
a las tres de la mañana;
y la radio, cuando oigo que por la tarde lloverá
mientras hago las tostadas
y pienso en ti;
y, en fin, todo,
la lavadora, el tocadiscos, el aire acondicionado,
tiene rumor de ti anticuado
como si te hubieses quedado en los zumbidos extranjeros;
de todas maneras sigo siendo una lagartija que hace ruido
y cualquier murmullo acecha en mi dolor callado;
mi lucha en silencio contra el pitido de tu contestador
cada vez que llamo para decirte
todo lo que tengo que decirte
y no contestas.
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