sábado, 25 de agosto de 2012

Esta es la última vez,
me digo,
esta y siempre es la última vez que te tengo.
Cada ocasión en la que te alejas
después de una tarde entera
dedicada a despedirnos con un deje de sarcasmo;
cada mirada es la última, la definitiva.
Ya desde hace bastante tiempo
tu constante costumbre de pestañear sobresaltada
la he sopesado
y medido
desde incontables ángulos de devoción
hasta que cada parpadeo tuyo es un final,
una posible catástrofe que solo dejará vacío entre nosotros
y puede que alguna posdata en forma de rímel.

Así, viviendo en una inagotable despedida,
soy capaz de desearte en cualquier momento de la noche.
No me canso nunca de encontrarte
ante el alivio de perderte de nuevo.
Y llegados a este punto
me siento tranquilamente frente a la ventana abierta
y me pregunto
si estaré enamorándome de ti a mi manera
o a tu manera me enamoro de mí mismo.

No hay comentarios: