Algunos de ellos son rojos
y suben calles inclinadas, llenas de manteles y despedidas.
Otros más bien verdes caen
por la borda de un barco encendido en el césped
y me hacen despertar sobresaltada.
Por último, los azules
son sin duda los viajes más complicados.
Me recuerdan a palabras submarinas
y calles que se inundan sin dar ninguna explicación.
Furtivamente volverán
noche tras noche, distintos a como fueron ayer
y a como serán mañana.
Todos me recuerdan a ti
y a tus manías tontas.
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