viernes, 1 de julio de 2011

EN CLAVE DE

Cuando leas esto ya estaré muy lejos
En la lavandería tal vez, o volviendo de vacío despues de haber ido a por tabaco.
Si hoy tienes frío, te interesará saber que he dejado una pila de libros a secar junto al fregadero. No sé cómo vas de tiempo con la ropa interior, pero como último favor, te pido una perfecta simetría. No espero más de ti, ni de mí, ni de nadie; te lo prometo.
En un imán de la nevera -aquel por el que renunciamos a las postales en el viaje a Lisboa- te he dejado una lista de todas las cosas que no traeré hoy. Finalmente me he decantado por el papel higiénico que estaba de oferta. (Espero que no tengas en cuenta que lo he redactado en papel cuadriculado).
Por si acaso te duele demasiado la cabeza, he preparado bombillas para ti. Ya sabes cómo se colocan, un leve masaje en las sienes. He supuesto que ya no quieres que lo haga yo. Las he dejado congelándose en el frigorífico.
Oye, te entiendo. Siento mucho que se me haya quemado el desayuno. Te lo he dejado sobre la cama, a tu lado. Está en la esquina que, aunque no te hayas dado cuenta, ha quedado vacía. No pretendía que el olor te hiciera despertar y abrir los ojos. No pretendía tampoco que te quemases al extender tus brazos a tientas, aunque me habría gustado.
Créeme, he dejado apartadas a un lado de la almohada tus tostadas, y tu enorme taza de Snoopy que está rota por los bordes. Te he prometo que he contenido mis ganas y ni siquiera he mojado mi lengua en el café. Ni siquiera lo he tocado con mi aliento. Créeme.
Así me voy, así te lo he dejado todo. He limpiado incluso la mampara de la ducha, ya sabes.
Ahora mismo estaré en el supermercado buscando cualquier caja de cereales con acertijos de esas que tanto te gustan, o planteándome si lo del papel higiénico de oferta es la mejor opción.
Muy lejos de aquí. Te lo prometo, es cierto. Ni siquiera dejaré esta nota sobre la mesa cuando me vaya.