domingo, 12 de junio de 2011

MISISIPI

Nunca confíes en un hombre que vista de amarillo.
Nunca dejes el número que calzas garabateado en la esquina de un bar.


Huye siempre de las parejas que ríen sin miedo,
atragantadas en cualquier esquina de la noche.
Recuerda callar como una lagartija cuando las adolescentes de rojo
te imploren mordiscos en las sienes.


Desconfía siempre del hombre que vista de amarillo.
Abróchate el abdomen y las rodillas cuando el mar
se duerma con un gruñido de pantorrillas mojadas.


El agua del Cáucaso cierra sus uñas de tiza
y los cocodrilos se desnudan con parsimonia;
tú te escondes entre las patas de un perro,
y tus ojos me siguen desde todas las ventanas de todas las ciudades.


Huímos por los tigres que se mueren
dormitando en los ombligos de mi cuerpo,
mientras tus padres se cortan las venas al descubrir
que hoy prescindí de los botones.

El hombre de amarillo va a mirarte siempre a los ojos.

Y tú tienes que huir, sin olvidarte de todas las novias italianas,
sin dejarte los portales y las anestesias;

desconfía.



Empieza a incomodarme esta sensación
de estar mirando fijamente tu frente
sin saber cómo callarme.




1 comentario:

alemi dijo...

¡Impresionante!¡Me gusta mucho!