Desgasté minutos enteros de mi vida añorándote.
Desgasté
los largos mares
añorándote.
Desgasté también los puertos
y otros lugares menos decisivos.
Tu silencio se me llenó de pájaros muertos
que vuelven a morirse
y ninguno de los dos sobrevivimos.
Ambos hemos perdido, y no importa.
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